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Epigramas, de Carlos Díaz Dufoo hijo


Epigramas de Carlos Díaz Dufoo hijo se ha vuelto a editar gracias al equipo de Tumbona Ediciones: es un librito elegante que, por su compostura y colores, seduce de inmediato al lector curioso. Es decir, ya estará el autor revolcándose en su tumba. Y es que Dufoo hijo fue un empecinado en no dejar huella de él. En dejar, en todo caso, la mínima evidencia de su existencia. Tanto física como literariamente. No era sociable. Huía de las fotografías: al parecer no existe una sola foto donde aparezca con claridad su rostro. Escribió poquísimo: pero a consciencia. De haber sido menos genial y genuino, hubiera sido más fácil desaparecer del escenario literario. De la historia, en general. Ser un olvidado más.


Dufoo hijo es "el genio mejor secreteado de la literatura mexicana": afirma Heriberto Yépez: "un oasis en el sinsentido connatural del Caosmos".


¿Qué sabemos de sus datos vitales? Sabemos que nació en la Ciudad de México en 1888. Que fue hijo de un escritor y periodista poco conocido: Carlos Díaz Dufoo. Que perteneció al Ateneo de la Juventud: coetáneo de Julio Torri. Que vestía elegantemente: traje de casimir y guantes impecables. Que era un caminante solitario, algo así como un filósofo. Que se alejaba de las farsas. Que escribía pequeñas fugas. Y que se suicidó en 1932.


Que fue un “escritor portátil”: aseguró Alfonso Reyes: “y escritor que no escribe”.


No le importaba resanar la existencia de sus personajes. Dufoo hijo supo, ay, que todos somos inconsútiles y que andamos por la vida todos deshilachados. Los microtextos de Dufoo hijo perturban y encantan al lector. Píldoras explosivas. Uno encuentra en Dufoo hijo, pero en microdosis, la ironía de Wilde, el escepticismo de Valéry, algo más que el bigote de Nietzsche, las entradas de Schopenhauer, el pesimismo de Cioran, el arrobo de Borges. Algo tiene de fantasmagórico este libro. Y sí, Dufoo hijo se llevaría a toda madre con Enrique Vila-Matas y esa horda de dandis del género shandy.


Que su libro Epigramas tiene más de epitafio, de aforismo, de miniensayo, de poemas en prosa, que de epigramas. Y en la edición de Tumbona se encuentra acompañado de un prólogo a la Heriberto Yépez por Heriberto Yépez y un estupendo epílogo de Christopher Domínguez.


Carlos Díaz Dufoo hijo: de cierta inercia que tiende al cinismo. Y al absurdo. Humorista nucleico. Aforista del residuo. Forastero de sí mismo. Auto derogado. Egocida.


En la cuarta de forros, los chicos de Tumbona Ediciones nos advierten: “Este producto no es un complemento vitamínico para el alma”. ¿Reacciones secundarias? Claro que las hay: “Algunos lectores han reportado o temido evaporarse antes de concluir la lectura de este libro, así como náusea estética frente a lo circundante, espuma mordaz en la boca y, en pocas ocasiones, suicidio”.


Provecho.



Epigramas

Carlos Díaz Dufoo hijo

Tumbona Ediciones

$130

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