Larga vida al Astillero
La primera vez que di con el escritor uruguayo, Juan Carlos Onetti, fue involuntariamente en el D.F. Por un librito con apenas 40 hojas dobladas a la mitad y grapadas. En su interior un prólogo y tres cuentos del uruguayo. De uno de los tres cuentos tomé algunas líneas que me parecieron muy torreonenses hace dos o tres años cuando las leí, e hice mi primer manoseo literario de Juan Carlos Onetti. Algo sobre verse a sí mismo en una especie de rancho caluroso y norteño, en una especie de pueblo polviento donde no ocurría nada salvo la voluntad de las pistolas, y que sólo tenía nombre porque alguien quiso cumplir con la costumbre de bautizar cualquier montón de casas.
La primera vez que leí este párrafo en público, fue el 15 de agosto del 2014. Día en el que se abrieron las puertas de esta librería llamada El Astillero.
La primera vez que hablamos en la oficina sobre montar una librería, ya no la recuerdo. La primera vez que oí a Ruth hablar sobre montar una oficina con servicios editoriales, fue hace como cinco años. La primera vez que oí hablar sobre montar un sitio en Torreón donde el lector y la escritura y los libros convivieran, tampoco lo recuerdo con exactitud. Pero eran cosas que estábamos trabajando desde hace varios años. Son cosas que en su momento parecía dificilísimo concentrar en un mismo sitio. Son cosas que parecían más bien un sueño guajiro.
¿Un astillero en medio del desierto? ¿Eso suena güajiro? No más que la idea de poner una librería en una ciudad ranchera, carnívora y cervecera al sur del norte del país, ¿verdad? ¿Y si unimos ambas ideas güajiras, qué tenemos? Una güajirería llamada El Astillero librería, en algún lugar de Coahuila. Y hoy cumple un año.
Un año se dice fácil. Un año, en inglés, también: es decir, a year. Un año, en ruso, el sólo hecho de averiguarlo, sin internet, está en chino. Trescientos sesenta y cinco días, decirlo así, aunque sea lo mismo, suena diferente. Trescientos sesenta y cinco días, en francés o koreano, no resulta complejo para algunos, pero para la mayoría: ya sabemos que no sabemos cómo se dice eso. Completar una vuelta al sol y no morir en el intento, es otra forma de decir: un año. Ocho mil setecientos treinta y seis horas, aunque difícil saber su pronunciación exacta en alemán o en náhuatl, causa curiosidad. Quinientos veinticinco mil seiscientos minutos, es otra forma de decir. Todas estas son formas de decir: un año.
Hoy, la librería El Astillero, cumple un año. El proyecto cumple su primer año. Le hemos dado una vuelta al sol, oh oh. Y a su corazón: oh oh. No, ya en serio: un año con las puertas abiertas (salvo los domingos y la semana que se estuvo en inventario). Un año recibiendo a los amigos, a los conocidos, desconocidos y re-conocidos. Un año compartiendo libros y lecturas. Y digo, compartiendo, porque desde un principio, desde el principito del proyecto, se tuvo claro que El Astillero no iba a ser sólo una librería, sino un punto de encuentro, un punto y seguido para todos los gustosos del libro, la lectura, la escritura y la cultura en general.
Felicidades, pequeño Astillero, pequeña trinchera nuestra. Por ahora, disfrutemos, celebremos y el lunes, a primera hora, regresemos a comprar un libro.
Larga y grata vida a El Astillero.
Torreón, Coahuila; 15 de agosto del 2015